La masacre de Concepción - Paraguay 1869-GUERRA TRIPLE ALIANZA
La masacre de Concepción Paraguay - 1869
Un episodio muy recordado en Paraguay fue la Masacre de Acosta Ñu donde 3500 niños enfrentan al ejército Aliado un 16 de Agosto de 1869 que hoy se ve como un acto de heroísmo del pueblo paraguayo, y por tal motivo se celebra el día del niño paraguayo ese día..
En realidad viendo la historia documentada podemos ver que la cosa pasa por otros ribetes, y aquel "heroico patriotismo" tenía sus fuentes inspiradoras en la terribles matanzas y ajusticiamientos que el Mariscal Francisco Solano López imponía a los desertores e incluso aquellos que se sospechaban de infidelidad, al aplicarles horribles tormentos donde él acusado y todas su familia eran degollados o lanceados…
Del libro de Emma Calmanash Pag. 265 -267 cuyo título es LAS CAUTIVAS CORRENTINAS EN LA GUERRA DEL PARAGUAY
“la aparición de acorazados brasileros en la aguas de Concepción en Febrero de 1868, produjo una gran conmoción en la ciudad que recibió la intimación a rendirse. Aunque el comandante de Plaza Juan Gómez de Pedrueza (paraguayo) , se mantuvo siempre leal a López, fue apresado y torturado por sospechas de conspiración, juntamente con otros nobles de Concepción.
El tratamiento dado a Gómez de Pedrueza, motivó la deserción de algunos, lo que motivo a López a enviar una expedición retaliatoria, bajo el mando del general Gregorio Benitez , alias Toro Pichaí, con orden de lancear a los supuestos traidores. Las tropelías de Benitez son del texto de Hector F Decount.
“El Mariscal López en consecuencia, llamo al sargento mayor Gregorio Benitez, Toro Pichaí, que se encontraba en Tacuaral ( hoy Ypacaraý) al mando de un destacamento, en la vanguardia del ejercito y lo despacho a Concepción con la orden de ir a castigar severa e inmediatamente a todos los oficiales, soldados y familiares y demás complicados en la supuesta entrega de la plaza, cuyos nombres figuraban en la lista que le dio, agregándole que, para el mejor cumplimiento de la comisión, se le proporcionaría los mejores lanceadores del ejercito (orden de Solano López).
El mayor Benitez (Toro Pichaí) era unos de los más bárbaros e inhumanos que contaba el ejército paraguayo y como tal la comisión confíale, fue por indicación y a sabiendas del jefe del estado mayor, general Resquín, quien estaba con el ánimo predispuesto con las familias decentes de Concepción desde el tiempo en que se encontró al frente de la comandancia militar de aquel departamento.
Bien se explica, entonces, la elección de la persona que cual tigre cebado, iría a destrozarlas despiadadamente y con la más refinada crueldad.
…
El jefe del estado mayor del ejercito, general Resquin, puso a las órdenes de Toro Pichaí, para la campaña a emprender, con cinco Acá Iboty y dos ayudantes, como también una orden del fiscal de sangre capellán mayor Fidel Maiz, dirigida a sus colegas, los presbíteros, Juan Isidro Insarralde, Francisco Regis Borja y Manuel Velazque, que se encontraba en comisión en el departamento de Concepción , para que se pusieran a las órdenes del predilecto comisionado.
Estos verdugo habían adquirido tanta nombradía por sus hazañas de sangre, que no había diversión o reunión de las mujeres en los campamentos, en donde no fueran invitados y siempre preferidos por el temor que infundían. La triste celebridad de estos verdugos consistía en el alarde que hacían atravesar con sus lanzas, sin el menor indicio de conmiseración, el cuerpo de los ajusticiados, repitiendo la operación con suma destreza y agilidad, hasta dejarlos cosidos a chuzazos , de manera de que hubiese absoluta seguridad de su muerte. Las mujeres del campamento acostumbraban de llenar de flores su kepis de los lanceros, particularmente después de cada ajusticiamiento en prevención de una malquerencia. De aquí el nombre a la designación de Acá Ibotý.
Listos para partir, fue Toro Pichaí a ponerse a disposición del ministro de guerra. Caminos de los fiscales de sangre, comandante Franco, Aveiro y Centurión, quienes les ordenaron que se ciñiera en un todo a los procedimientos observados con los supuestos traidores en San Fernando e Ytá Ybaté, bajo apercibimiento de que si no lo hacía, seria declarado traidor a la patria y apenado como tal.
Toro Pichaí, con esta órden, el pliego para los capellanes de concepción, la lista de ajusticiados entregado por el Marical López, sus dos ayudantes y cinco Aca Yboty se largo a fines de abril por la ruta que conducía a Concepción.
Después de pasar la villa de San Pedro se encontró con unos chasques (mensajeros) del comandante de Concepción, enviados al campamento del mariscal López, quienes le informaron que algunas familias que figuraban en la lista se encontraban en Tacuatí. Resolvió dirigirse a ese punto.
Sediento de sangre como iba el salvaje comisionado, así que echó pie a tierra en el pueblo de Tacuatí, dispuso la reunión inmediata de todas las familias de Concepción que se encontraban allí, operación que se llevo antes de 20 minutos,
Las familias fueron colocadas en fila, en la plaza de la iglesia, sacándose ocho señoras y señoritas entre ellos pertenecientes a las familias de García, Ruda y Villa, que fueron conducidas a unos costados del cementerio distante cien metros de allí y en donde en presencia de toda la población fueron desnudadas hasta la camisa y luego lanceadas despiadadamente, sin ninguna formalidad previa y sin consuelos espirituales al menos.
Bien muertas las ocho, el siniestro comisionado paso a las casas de estas pobres desgraciadas y comenzó a recoger personalmente de cada una de ellas todas las alhajas, dinero y ropa que había pertenecido a las difuntas, quedándose él con todo lo de más valor y entregando el resto en la guardia, con orden de ser enviado personalmente al mariscal López.
…
Al día siguiente, 29 de Abril, muy temprano, Toro Pichaí continuó su marcha en dirección a la Horqueta, donde entro la mañana del 2 de mayo, luciendo en el cuello una verdadera sarta de lujosos rosarios, cadenas y collares de oro, y excepto los pulgares.
El sanguinario comisionado con la lista de las distinguidas familias concepcioneras formulada por su preceptor , el general Resquín, bajo la inculpación de complicidad en la supuesta traición de Gómez de Pedrueza y entregada por el propio Mariscal López, lo primero que hizo fue mandar a recoger en la guardia policial a veintitrés (23) entre señoras y señoritas de las más notables de Concepción, calificadas de traidoras por el mariscal López y que se encontraban residiendo entonces en aquel pueblo, por cuyo motivo de tacuatí se habían dirigido allí. A la esposa del comandante Gomez de pedrueza Felisa Irigoyen y a Carmen Agüero , madre de Rafaela, Josefina y Aurelio Agüero, las mando colocar en el cuello el cepo de Ybyrácuá. Para la segunda señora, llevaban recomendaciones especiales en el sentido de que fueran unas de las primeras de las que se ejecutasen, por tratarse de la madre de tres hijos de su hermano Benigno López, cuya inmolación ejecutada a impulsos de su desenfrenada codicia, le remordía constantemente la conciencia, por lo que trataba de exterminar toda la descendencia del mismo.
Inmediatamente de la prisión de dichas señoras y señoritas el jefe de la pandilla, acompañado del mayor Bernal fue a recorrer la casa de las mismas, en la que se incauto joyas, dinero y alhajas, ropas saqueado todo lo que le resultare apetecible.
Las mejores ropas las repartió a las mujeres que le seguían siempre y las de poco valor mando arrastrarlas por las calles, en medio de ¡Víva el Marical y muerte a las traidoras cómplices de los brasileros!
Las familias de Horqueta antes los aprestos terroríficos del Toro Pichaí y las repetidas amenazas de lanceamintos, con la esperanza de aplacar tanta saña el pueblo ofreció un baile que se prolongo hasta después del amanecer, pero todo resulto inútil, pués ni bien aclaro el día comenzó la matanza.
Como las mas allegadas al comandate Gomez de Pedrueza se encontraba naturalemente su esposa, fue esta la primera de la lista , con ella se inició una horrorosa tragedia.
De la guardia policial lo sacaron media moribunda, a causa del suplicio tan violento aún así encontrándose en cinta y ya en periodo de alumbramiento. Luego la condujeron los Acá Yboty cayéndose y levantándose a los confesionarios como bautizaron los confesores de sangre ya nombrados a los cartuchos de sangre en cuyo fondo se destacaba la silueta de estos dos inquisidores tonsurados, sentados en una silla de vaqueta. La desgracia fue introducida el ocupado por el paí Borja, en donde cayó al suelo sin poder levantarse más a causa de unos fuertes dolores de parto.
Toro Pichaí quien comandaba personalmente la ejecución , no hizo esperar ante esta repentina escena, e inmediatamente dispuso la ejecución, con la advertencia a los verdugos, de que fuese doblemente lanceada, por tratarse de dos traidores la madre y el niño por nacer.
Ordeno a los Acá Iboty la arrastraran de los piés hasta un corral de vacas, distante a cuarenta metros.
Allí la despojaron de sus aros y de anillos de oro que llevaba, así como de toda su ropa, dejándola en traje de Eva, y luego tendida de dolor en el suelo, la dieron vuelta hasta colocarla boca arriba, en cuya posición le hundieron sus lanzas, cosiéndola a chuzazos todo el cuerpo. Un gentío inmenso, atraídos por los lamentos y gritos lanzados por la señora al ser sacada de prisión, concurrió al sitio a presenciar el atroz asesinato.
Muchos de estos testigo vivieron muchos años en Concepción.
Aún se manifestaban las últimas convulsiones del cuerpo ensangrentado de la desventurada esposa y las del hijo sorprendido por la muerte en el seno materno, cuando las demás fueron sacadas del encierro, una a una y conducidas al sacrificio sucesivamente en este órden: Carmen Agúero, Tomasa Urbieta de Yrigoyen y sus tres hijas: Agueda, Felicia y Juliana Irigoyen ( esta última de 12 años de edad) madre aquella y hermanas estas del hacendado Romualdo Irigoyen: Prudencia Agüero de Carísimo, esposa de Rosendo Carísimo; Rosario Urbieta de Martinez esposa de Blas Martinez y la hija de estos Carolina Martinez, joven hermosa de 18 años de edad en cuyo cuerpo se quebró la punta de hierro de una lanza; señora Carolina Martinez de Carísimo y sus cuatro hijas: Ana Josefa, Manuela Asunción, Mercedes y Natividad Carísimo, hermanas del nombrado Rosendo Carísimo, Antonia Quevedo de Aquino, madre de Cayo, Fulgencio, Francisco, Juan Ramona y Bonifacio Aquino; Dolores Recalde, Francisca Martínez de Rodríguez y ocho personas más.
Las ocho últimas, nunca pudieron ser identificadas por la desfiguración que sufieron en la salvaje masacre.
Todas estas víctimas inocentes, fueron previamente sometidas a confesores de sangre tonsurados, países mayores Borja y Velázquez quienes como se ha visto se encontraban en los fondos de los confesionarios improvisados.
Al acercarse las condenadas a aquellos pastores de la cristiandad, se arrodillaban a sus pies implorando clemencia y estos las consolaban diciéndoles que si decían la verdad podrían conseguir la salvación y como todas protestaban a la par de su inocencia, de decir la verdad, aquellos se lanzaban al fondo del asunto comenzando por preguntarles en que lugar habían enterrado su dinero y alhajas. La pobres ante la promesa de salvación confesaban de plano el sitio y demás pormenores ansiados por los profanadores de la sacrosanta religión.
Obtenido esto que era el principal objetivo del interrogatorios, los confesores apuntaban los datos en un librejo, luego ordenaban a los Acá Iboty que la dejasen ir a sus casas y estos respondiendo a la consabida consigna, las conducían al sitio de la ejecución.
A esta ejecuciones concurría todo el pueblo, algunos atraídos por las lamentaciones y gritos de auxilio de las pobres víctimas, otros por quedar bien con la turba de asesinos y otros para recibir algo del botín de los ajusticiados. Este último grupo constituían las queridas y amigas de los Aca Ibotý y países que actuaban en la masacre.
Todos lo cadáveres de las inmoladas fueron expuestos a la voracidad de los cuervos y de los famélicos perros, continuando insepultos un día entero, al rayo del sol, para recién al amanecer fueron arrojados a una fosa común que se mando cavar al lado del sitio de las ejecuciones..
Consumados estos hechos horroroso asesinatos de mujeres y niños, Toro Pichaí (Benitez) se traslado con su comitiva a Laguna, en donde continuo su obra de exterminio conforme a los que había ordenado el Mariscal López.
Aquí dio comienzo con la señora Ramona Rodriguez de Villa y sus tres hijas: Pepa, Victoria y Leona, la familia de Recalde y otras más que se encontraban accidentalmente allí que por las circunstancias antes expuestas los cuerpos no pudieron ser identificados.
Luego continuó la carnicería con la guarnición retirada de la ciudad y destacada en dicho punto. Para ello, la puso en formación y con la lista en la mano, llamo a una veintena entre oficiales, sargentos y soldados que enfilados a unos 15 metros de distancia frente a sus compañeros fueron lanceados sucesivamente sin más trámites.
Entre los ejecutados se encontraba Manuel Carísimo, Daniel Quevedo, los hermanos Teofisto y Nolazco Recalde, recientemente inmolada en la Horqueta, Manuel Sanchez, escribiente de la comandancia y tres criaturas de 12 y 13 años de edad, llamados Almirón y Ramón Carayá (apodo) en total fueron 8 lanceados.
Entre tanto, el resto de la guarnición fué engrosando con los dispersos y comisionados que fueron llamados de urgencia. Cuando ya no había quien presentarse, se mando formar y luego se diezmo la fila resultando 12 hombres lanceados a 12 pasos de sus compañeros sin más que una ligera confesión.
Esta terrible matanza que horroriza y subleva de indignación, solo respondió al propósito del robo de familias acaudaladas.
La inventada traición del Comandante Gómez de Pedrueza ni más ni menos como una supuesta conspiración de San Fernando.
De Laguna la comisión asesina volvió a Horqueta y se encontró con nueve personas, entre señoras y señoritas concepcioneras, entre ellas las familias Córdoba y Echague recogidas de los valles por el jefe de policía limeño, por orden de Toro Pichaí a su partida.
La consiguiente inmolación (asesinato) de estas desgraciadas , no se hizo esperar y al día siguiente de su llegada, al amanecer fueron todas lanceadas por los Acá Ybotý.
En TupiPayta se encontraban a la sazón muchas familias de concepcioneras, algunas en compañía de de sus ancianos padres, quienes al recibir la orden de desalojar la ciudad se dirigieron a sus establecimientos situados a los alrededores de aquella población, contando por lo menos con un techo para albergue ya que fueron despojados de sus haciendas.
Toro Pichaí en conocimiento de este hecho en perjuicio de las órdenes del Mariscal López, se dirigió al comandante Juan Galeano acampado allí con un ejército de 1500 hombres, mintiéndole que por ordenes del caraý (Lopez) debía mandar a lancear las familias traidores (según él) cuya lista acompañaba, previa declaración del sitio en que se hubiesen enterrado su dinero y Alhajas.
El comandante Galeano de la misma catadura y procedencia de aquel, recibido el recado, mando sin pérdida de tiempo a apresar y conducir a las familias nombradas, hasta la guardia bandera.
Aquí fueron ceñidas con lazo, a la intemperie y sometidas a declaraciones, bajo los azotes de lazo doblado, como se usaba entonces. Ante el dolor aquellas víctimas inocentes manifestaron todo lo que los verdugos quisieron.
Al terminar esas torturas fueron despojadas de sus bienes más preciados, la mujeres desnudadas ( en traje de Eva) y allí lanceadas a masa.
Las inmoladas asesinadas fueron: las señoritas Francisca, Emerenciana, Casimira y Fortunata Texeira, hijas del lanceado Manuel de nacionalidad brasilera, y Rosa Fernandez, paraguaya, Belen, catalina, María Antonia y Magdalena García, los esposos Manuel Ruda y Josefa Esquivel y sus cuatro hijas más, Josefa, Margarita, De jesus y Cayetano Ruda: la familia de lamas y otras más.
Entre los ancianos que fueron asesinados figuran Regalado García de 80 años de edad, Félix Villalba de la misma edad paralítico y mudo quien al ser conducido al sitio de ejecución, murió.
No colmada aún su sed de sangre y saqueo Toro Pichaí había enviado varias comisiones para recoger y asesinar a las familias ocultas en los valles en los montes donde buscaban refugio ante las noticias de los sucesos que habían recibido.
Desgraciadamente el asesino Benitez Toro Pichaí fue descubierto por sus pares cuando intentaba entregarse al ejército brasilero por medio de una nota dirigida al comandante de la escuadra brasilera ..
Fue engrillado y enviado al campamento del Mariscal López pero la guardia que lo conducía fue interceptada por una patrulla brasilera y fue dispuesto ante la justicia del gobierno provisorio por los terribles crímenes cometidos."
Bibliografía
Areces,
N. R. (octubre 2006). Terror y Violencia durante la Gerra del Paraguay
"la Masacre de 1869" y las familias de Concepción. European Review
of Latín Américan an Caribbean Studies N 81 .
Calmanash, E. (2015). Las cautivas correntinas en la
Guerra del Paraguay (1864-1870). Buenos Aires: Editorial Amerindia.
Decoud, A. L. (1911). Álbum gráfico de la República del
Paraguay. Buenos Aires: Biblioteca Mitre.
Resquín, F. I. (2008). Datos históricos de la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza (1875). Corrientes : Amerindias.
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